Nunca acudió a los tribunales para contradecir las informaciones publicadas por ABC sobre las actividades de su despacho privado. Fue más cómodo que la cúpula de Hacienda pusiera en marcha una investigación fiscal diseñada a la medida del redactor que firmó las revelaciones sobre su bufete. También la familia de Javier Chicote fue investigada. Las pesquisas del núcleo duro de Hacienda -documentadas en los mensajes intercambiados por el inspector jefe de la Oficina de Investigación del Fraude, el director de la Agencia Tributaria y el director de Inspección Financiera y Tributaria- nunca llegaron a nada. Todo estaba en orden en las cuentas de Chicote. Quizá no pueda decir lo mismo Montoro sobre su caza de brujas a periodistas incómodos.