El director Rodrigo Cortés ha vuelto a captar la atención del público y la crítica internacional con su más reciente largometraje, una producción original de Netflix que ha sido recibida con entusiasmo por su provocadora visión del poder económico y la ambición desbordada. La película, cuyo estreno ha generado revuelo en festivales y plataformas digitales, se presenta como una sátira feroz, elegante y audaz sobre el dinero y su influencia corrosiva en la moral y las relaciones humanas.
Cortés, reconocido por su estilo visual distintivo y su capacidad para construir tensión narrativa desde lo psicológico, firma una obra que mezcla drama, humor negro y un ritmo ágil que no da tregua. A lo largo de dos horas, el filme desarrolla un relato que pone en jaque las estructuras tradicionales del éxito y desnuda los mecanismos de manipulación que operan detrás del poder económico.
La narrativa se centra en un joven emprendedor talentoso que entra al ámbito financiero con una idea revolucionaria, solo para darse cuenta de que el mismo sistema que lo aplaude es también el que lo consume. A medida que sube en la escala del capital, se encuentra obligado a hacer elecciones que ponen en riesgo no solo sus valores, sino también su esencia personal. El libreto, coescrito por Cortés, huye de los clichés habituales del género y busca dar una perspectiva más filosófica, aunque profundamente relacionada con los excesos y paradojas actuales.
Una de las mayores virtudes de la película es su elenco, liderado por actores de fama internacional que añaden profundidad a personajes intrincados y de múltiples facetas. El personaje principal representa con credibilidad la lucha entre el deseo de éxito y los principios morales, mientras que los personajes de apoyo aportan valor a la historia con sorpresas inesperadas, conversaciones agudas y escenas llenas de significado simbólico.
En el ámbito visual, la película sobresale por su meticulosa dirección de arte y fotografía, utilizando una paleta de colores que cambia a medida que lo hace el estado emocional del personaje principal. La elección musical —una banda sonora original simple pero efectiva— apoya el tono irónico del relato, creando un contraste permanente entre la imagen de éxito y el vacío existencial que impregna toda la trama.
La recepción crítica ha sido notable. Diversos analistas han elogiado la capacidad de Cortés para manejar el lenguaje cinematográfico con precisión quirúrgica, así como su valentía para abordar temas incómodos sin caer en la caricatura ni en el panfleto. También se ha subrayado su madurez como realizador, consolidando un estilo propio que evita los artificios visuales vacíos y prioriza la inteligencia del espectador.
Además, el filme ha causado un gran efecto en las redes sociales, provocando discusiones sobre la relevancia del sistema capitalista, la influencia de las plataformas tecnológicas en la cultura actual y la importancia del arte con conciencia social. Numerosos usuarios han señalado que la narrativa, aunque situada en el ámbito financiero, va más allá de ese escenario transformándose en una meditación más profunda acerca de la naturaleza humana, la necesidad de ser reconocidos y la vulnerabilidad de los ideales al confrontar el poder auténtico.
Esta nueva obra de Rodrigo Cortés no solo confirma su versatilidad como director, sino que también reabre la discusión sobre el papel del cine en tiempos de crisis y transformación social. En un contexto en el que las plataformas de streaming dominan la distribución audiovisual, la película demuestra que todavía es posible hacer cine inteligente, provocador y profundamente cinematográfico dentro de estos nuevos marcos de producción.
Con esta jugada, el director agrega otra película a su ya sólida trayectoria internacional y demuestra que todavía está dispuesto a provocar, cuestionar y divertir por igual. El triunfo de su cinta en Netflix no solo se calcula por el número de vistas, sino por su habilidad para conectar con un público global que busca historias que lo desafíen tanto como lo conmuevan.