Andrés Calamaro derrotó a los malos en la Bataclán de París: «Un baño de alegría»

https://images.ecestaticos.com/oJhH3QZWbM80_cAgUHX5IApSiO4=/0x0:960x720/1200x900/filters:fill(white):format(jpg)/f.elconfidencial.comoriginalc7068ac3fc7068ac3f94bfae6c31db13051ba9fab.jpg

La legendaria sala Bataclán de París, cargada de historia y emociones, fue testigo de un concierto inolvidable el pasado 14 de junio, cuando Andrés Calamaro, uno de los artistas más consagrados de la música en español, ofreció un recital que quedará grabado en la memoria de los asistentes. En un lugar que hace casi diez años sufrió una tragedia que marcó a la ciudad y al mundo, el músico argentino trajo música, esperanza y una contundente celebración de la vida.

Un lugar lleno de historia

Entrar en la sala Bataclán es, para muchos, una experiencia cargada de respeto y solemnidad. Este icónico recinto parisino, con más de 160 años de historia, fue escenario de un trágico ataque que dejó 90 víctimas fatales en 2015, un evento que conmocionó al mundo entero. Desde entonces, cada evento celebrado dentro de sus paredes se convierte en una declaración de resistencia y una reafirmación de los valores de la música, la alegría y la unión. En esta ocasión, Calamaro y las 1.500 personas que llenaron el recinto demostraron que, a pesar de los recuerdos dolorosos, el espíritu de la vida sigue latiendo con fuerza.

Un recital lleno de sentimientos

En su debut en Bataclán, Andrés Calamaro presentó un show que mezcló varios de los éxitos más conocidos de su trayectoria. Desde las notas iniciales de «Sin Documentos», los asistentes, que incluían diversas generaciones y culturas, se sumergieron de lleno en el evento. La mayoría de la audiencia, formada principalmente por latinoamericanos y españoles viviendo en París, cantó cada canción con una energía que se contagiaba.

El repertorio incluyó una mezcla de sus éxitos con Los Rodríguez y las canciones más destacadas de su carrera en solitario. Temas como «Para no olvidar», «Te quiero» y «Crímenes perfectos» no solo hicieron vibrar al público, sino que también lo llevaron a un viaje emocional, evocando momentos personales y recuerdos compartidos. El punto álgido llegó con la interpretación de «Estadio Azteca», donde la poesía y la música se unieron para cerrar una noche mágica.

La conexión con el público y el lugar

Calamaro, con sus 63 años y una energía que parecía inagotable, no solo demostró su maestría como músico al alternar entre guitarra, teclado y voz, sino que también logró una conexión especial con el público. Aunque no fue particularmente prolífico en palabras durante el concierto, sí tuvo momentos clave en los que expresó su respeto y gratitud por la historia de la sala y por la energía de los asistentes.

En una breve pero importante intervención, el artista reflexionó sobre lo que simboliza actuar en Bataclán, enfatizando el valor de la música como una herramienta para unir a las personas, sin importar las diferencias culturales, políticas o ideológicas. Esta declaración fue acogida con un aplauso ensordecedor por el público, que percibió la profundidad de sus palabras.

Un baño de alegría

El espectáculo concluyó de la forma más espectacular: con la audiencia extasiada luego de disfrutar de una variedad de canciones que incluyeron «Los chicos» y «El salmón». La sala se inundó de aplausos, risas y festejos, un completo opuesto a los momentos de melancolía que alguna vez dejaron huella aquí. Al concluir, Calamaro realizó un acto simbólico en el escenario al ritmo de un pasodoble, demostrando que la música y la felicidad habían ganado nuevamente.

La velada en Bataclán no solo consistió en un concierto, sino que también fue un acto de perseverancia y de exaltación de la vida. Andrés Calamaro junto a su audiencia consiguieron convertir un sitio lleno de recuerdos en un lugar de comunidad, entusiasmo y alegría, demostrando que la música tiene la capacidad de curar y triunfar incluso en las situaciones más complicadas.

By Araujo Gomes Igor