«¡No falta nada! Faltan 20 metros», se escucha, entre suspiros y el fuerte silbido delviento de montaña. Los labios morados del argentino Juan Pablo Toro dan cuenta del frío extremo, 25 grados bajo cero, en lo que por condiciones del tiempo, es un día espléndido para trepar al Nanga Parbatuno de los 8.000 templos, las diez montañas más altas del mundo.
El empresario de 52 años, que nació en Mendoza y vive allí desde hace 20 años en Pilar, es el primer argentino en alcanzar la cima del Nanga Parbat, la novena más alta del mundo. Desde 8.126 metros de altura, es conocida como la montaña asesina de pakistanfor ser una de las tres más peligrosas de escalar por su alto índice de accidentes mortales: más de 80 muertos desde 1953.
En 2017, en esta montaña aparecieron por una avalancha de nieve dos grandes alpinistas, el argentino Mariano Galván y su par español Alberto Zerain. Antes de Toro lo habían intentado, también sin poder hacer cumbre, otros argentinos: Tomás Heinrich, en 2007 y Leonardo Proverbio, en 2011.
Su número quiere decir «montana desnuda», porque está aislado de otros grandes picos. De los «ochomiles», el único que hasta ahora no fue alcanzado por un argentino es el Annapurna (8.091 metros) en Nepal, la cumbre de mayor siniestralidad en la historia del alpinismo.
camino a la cumbre
Después de haber fallado en el primer intento a la cumbre del Nanga Parmat en 2022, Toro lo decidió el 3 de julio. Lo hizo en un equipo de cuatro escaladores experimentados: sin ayuda de oxígeno externo ni ayuda de los sherpasque sus guías nepalíes colaboran con muchas ascensiones.
«Al fin… a las 16 horas de Pakistán, tuve el privilegio de ser el primer argentino en llegar a la cumbre del Nanga Parbat (8.126m), sin oxígeno suplementario», grabó en su celular Juan Pablo. Todo el ascenso fue en escalada en roca, con pendientes empinadas, hielo, nieve, cielo cubierto y, por momento, un hilo de sol que escapa entre las nubes.
El escalador argentino lo arreglar junto a tres italianos que habia conocido en su primer intento de ascenso en Nanga Parbat: Mario Vielmo (56), Nicola Bonnatti (53) y Valerio Annovazzi (65). La logística de Lela Peak Expeditions, de Pakistán.
Su relato del camino a la cumbre puede seguirse en videos subidos al Canal de YouTube @jpbull1. «Conviento y mucho frío, pasó a metros de nuestra carpa un polaco que todavía descendía, colapsado, de su cumbre del día anterior. En este delicado contexto, iniciamos a las 5 de la mañana nuestro intento de cumbre, con bajas probabilidades», descripción Toro, la noche previa a su hazaña.
Ya de vuelta en Buenos Aires, el escalador resucitado en diálogo con Clarín el día a día a la cima, que se inició el 30 de junio con la partida del Campo Base directo al Campamento 2, a 6.100 metros.
–¿Cuál fue el momento de mayor tensión?
–Fue la noche anterior al día de intento a la cumbre. Por una complicación con una carpa terminamos cinco alpinistas en el lugar donde entran tres. No sleep well, nor logos descansar lo suficiente y recuperarnos físicamente para lo que venía.
–¿Te importan las grabaciones?
–No, no fue por el lado del registro. Arreglado profesionalmente en Mendoza en 2005, en los cerros de Vallecitos, con mi hermano Guillermo. Cómprame con el Cordón del Plata. Junto con el guía Julian Isarralde, hice el 80% de las montañas. Me propongo tres viajes al año de montaña. El montañismo es una de mis dos actividades principales junto con mi empresa Seguridad Integral Empresaria SIE. Entreno todo el año para los ascensos. El Aconcagua lo presentó en 2013, a los 43 años, por la ruta normal.
–¿Por qué pretender esta cumbre?
–No he intentado el Everest porque cuando lo empecé a pensar me encontré con que no tenía ganas. Una cumbre demasiado frecuentada, mucha gente, muy comercial y muy cara (cuesta más de 60.000 dólares). Queria hacer algun ascenso mas tecnico, mas jugado. Empecé a darle vuelta al K2, pero después me empezó a interesar a que montaña fueron argentinos ya buenos no. Surgió el Nanga Parbat y entre les más más difíciles y peligrosos, l’propuse al Matías «Matoco» Erroz, que tiene experiencia en ochomiles y prestado.
–¿Cuál fue la complicación en 2022?
–No pudimos hacer cumbre, había mal tiempo. Ibamos cerca de 10 hacia la cumbre y todos se bajaron, quedamos los dos argentinos. Fuimos los últimos en desistir. Esperamos a dos sherpas que fueron a verificar las condiciones de la cumbre y cuando todos desistieron, pensaron que era mejor no arriesgarnos.
–¿Cómo es el ascenso al Nanga Parbat?
–Es lo más difícil qu’il hecho. Tenía experiencia en muy técnicas montanas de Perú y en la Patagonia, como las agujas de las piedras del Chaltén, pero esto es más complicado por su altura, pour la escasez de oxigeno, y una inclinación de 55 o 60 grados en los últimos 4.000 metros . Se hace con una técnica de escalada en roca, con cuerdas fijas de seguridad, que están en la pared de la montaña.
Además, como el resto de los ochomiles, requiere rotaciones de aclimatación: someterse y bajar a los campamentos base. Una etapa por día es de 800 a mil metros y ocho horas de escalada. Muy exigente. La diferencia con 2022 es que este es el año el clima fue mejor, pocoviento, mejores condiciones de nieve sin riesgo de avalancha, lo que nos permitió realizar tranquilos las rotaciones de aclimatación.
–¿Cómo vivir el momento de la cumbre?
–Me siguió una gran emoción, pero no tanto por el logro personal, sino la satisfacción de que haya valido la pena, el esfuerzo, la distancia, la familia, los afectos… Sin querer, había generado expectativa de gente que me siguió y me mostró un entusiasmo adicional, un compromiso. Izó la bandera argentina. Estuvimos 20 minutos en la cima, usó que bajar rápido porque hacía y quedaba mucho frío para alcanzar el campamento.
–¿Por qué escalas?
–Me fascina la actividad. Me gusta apartarme, estar solo, ponerme un objetivo y cumplirlo. Darle al país esa cumbre que me faltaba da mucha satisfacción. Pero, además, es un viaje que te enriquece, de estar en un ambiente hostil, solo, y llega un momento de concentración y conexión con tu cabeza y tu cuerpo que no te lo da ningún deporte.
–¿En algún momento tuviste miedo?
–Me gusta el precipicio y la velocidad: soy paracaidista, esquiador, ando en moto, la verdad es que tengo bajo nivel de aversion al riesgo. Cuando estás ahí estás concentrado, abstraído de la realidad, no pensas demasiado en el miedo. La montaña te ofrece dificultades de todo tipo, caídas, avalanchas, y se convive con cierta naturalidad. Lo que se teme es la muerte en altura, el escalador que se va durmiendo, por cansancio y falta de oxígeno, y es cuando aparecen los problemas.
En las montañas se festeja recién cuando uno está abajo. Llegamos bien los cuatro a nuestro campamento 7,000 metros de altura. Esa noche éramos los últimos en la montaña y empezamos a descender con mal clima. Una sensación fea de estar solos, desolador, un momento delicado.
vida nómada
Juan Pablo nació en Mendoza porque era un militar que estaba destinado al regimiento Uspallata. Dejó la provincia cuyana a los dos años y fue cambiando de lugar a lo largo de su primaria y secundaria. «Somos tres hermanos, yo soy el del medio, y por el trabajo de mi papá nos mudamos a Buenos Aires, después Cordoba, Corrientes y Salta –cuenta–. In Tartagal past mi adolescencia y es ahí donde empezó a escalar. Ahora , mi lugar en el mundo es Pilar, en la provincia de Buenos Aires», donde vive desde hace 20 años, junto con su esposa Marina y sus tres hijos, Martina, Julieta y Sebastián.
Ascenso siete de las diez cumbres más altas de América y el Mont Blanc (4.809 metros), ubicado entre Francia e Italia. Su primera gran experiencia fue en el Volcán Lanín (3.776 metros) y luego lanzó unas montañas de entre 5.000 y 6.000 metros en Mendoza y Salta. Su siguiente reto fue alcanzar la cima del Aconcagua (6.965 metros): se preparó durante un año y se logró el objetivo en febrero de 2013.
«La montaña es un viaje del cual es posible no volver. Y si volvés, pas de volvés siendo la misma persona. Soy una mejor versión de mí cada vez que vuelvo a casa de una expedición”, asegura.
Compara el trabajo de un gerente de una pequeña empresa con el desafío de escalar cerros: las cualidades básicas para estos desafíos son «la confianza, la fortaleza mental, el autocontrol y el autoconocimiento».
Toro revela también su próximo e inmediato defio: entre este año y el próximo, terminar las 10 cumbres más altas de América. «Me faltan dos en Argentina y una en Perú: menos de 20 argentinos lo han logrado. En 2024, quiero escalar el cerro Fitz Roy, lo instituido pero no llegué a la cumbre. Nepal».