Euroliga jornada 27
Media hora antes de que comenzara el acto surgió la gran incógnita, la noticia del año en Palau; Ricky Rubio subió a la pista con el 9, calentadores anchos, zapatillas azules y una sonrisa de oreja a oreja, uno más del equipo. Casos 13 años después de que el zaguero vistiera la camiseta azul, el base regresó a su otra casa -se formó y debutó en el Juvenil-, nuevamente con el balón corto entre las manos, una travesía del día y de la vuelta que casi no termina. Termino antes de tiempo por un estado crónico, porque perdí mis manos de juego por un problema de salud mental. Regresó (donde lo dejó) con la selección española una semana antes que Letonia y Bélgica -y esta vez vio al chico en la Euroliga, entrenando sus habilidades en un jugador diferente, un «mago» como lo definen en el vestuario, un genio de la pelota que me dejo Américas para ganar algo más que un nombre. Tuve algunos desacuerdos con la camiseta de Ricky, tanto la antigua como la actual, aunque todos se fueron a una cuando fue nombrado por megafonía, un alimentador de struendo, una vitamina extraterrestre que el jugador donó con un fuerte aplauso luego de ser denunciado ante el cielo y tocar el corazón en memoria de su madre. Ricky estaba en Palau; Ricky estaba listado para el partido… Para su disgusto, el Barça jugó con la muñeca torcida, un lío en el lanzamiento, una pérdida dolorosa. “Ha sido un partido complicado por las emociones y las sensaciones. Estoy intentando comprobarlo y no afectará al equipo, pero estoy contento de volver a jugar. Tengo muchas emociones y hago ejercicio mental para controlarlas. Es un poco raro ahora, pero se está solucionando. Ajustando la nave mental y físicamente”, resuelve Ricky para abandonar la reunión.
Fue también un encuentro que podría haber sido el más especial para Mike James -había sido un 29 puntos para convertirse en el máximo comentarista de la Euroliga y superar el registro de 4.455 de Vassilis Spanoulis-, base de un Mónaco tan excepcional como volcánico. lo que has protestado la primera falta, aspavientos y mills él. Pero Vesely abrió el duelo desde la línea de tiros libres de forma segura, sabe pegarle al poste bajo, cómodo en su momento y como siempre con tiros de media distancia. Efervescencia que compartió con Laprovittola, que castigó a su rival con dos triples seguidos para abrir brechas e intentar explicar que este Barça ya no es lo que era, una vez que el equipo tuvo esa seguridad y confianza, navegó a velocidad. Eso es lo que parece… Jugando los blues con toda la máquina, circulación atómica y defensa enérgica, la que se mostró indigesta en el inicio en el Mónaco y James, que se equivocó en sus cuatro primeros lanzamientos y que poco pudo hacer ante el balconsto. Abrasador del Barça, que intentará el primer periodo muy satisfactorio (21-12), sólo penalizado por la tara permanente del campo, los tiros libres. La alegría, sin embargo, duró poco.
BARCELONA, 67 – MÓNACO, 77
Barcelona: Satoransky (8), Laprovittola (13), Kalinic (2), Parker (7) y Vesely (19) -cinco inicial-; Da Silva (2), Rubio (5), Brizuela (2), Hernángomez (3), Abrines (4) y Jokubaitis (2).
Monje: James (17), Strazel (13, Blossomgame (10), Brown (3) y Motiejunas (12) -cinco inicial-; Okobo (7), Diallo (4), Cornelie (0), Jaiteh (1), Walker ( 0) y Salón (10).
Parcial: 21-12; 14-21; 16-27; 16-17.
Árbitros: S. Radovic (Croacia), S. Shemmesh (Israel) y S. Petek (Eslovenia). Eliminaciones de pecados.
Palau Blaugrana. 7.045 espectadores.
Aunque el Mónaco recortó distancias gracias a Okobo, la afición apuntaba más al banquillo que al parqué, ansiosa por ver su cartel. «Ricky», le llamó Grimau cuando las filas se animaron y la base protestó con un tímido saludo. Tomaron 8m 43s del segundo acto y entraron a pista el día 9. “¡Ricky Rubio, aplausos, aplausos, aplausos!”, cantaba el Palau con ganas. Pero el Barça perdió ritmo y finura, pero también intensidad defensiva y presencia en el fútbol, por lo que el Mónaco mejoró (23-21). Ricky respondió con un revés y un salto hacia arriba, su primera vara para deleitear el pabellón, ya derretido ante su nueva estrella, quien respondió goloso que los lanzadores no saben. Minutos dulces para los jugadores, que marcaron para el equipo sabiendo que un triunfo les llevaría a las eliminatorias de la Euroliga, rodeados por la segunda posición. Pero no sería sencillo, 35-33 al principio.
Sobre todo porque en el renacimiento apareció la mejor versión de Motiejunas, que marcó dos dianas desde el extraradio y una más en la botella, gigante con mano y cinturón. Sólo pidió el Barcelona, durmiendo y durmiendo, poco hecho en el lanzamiento: Kalinic y Parker no se encontraron con ninguno; Lapro no quiso decir nada; y sólo Vesely era capaz de poner la arena en el cielo, de cuerpear y hacer grandes los aros. Fue el momento en el que quiso dejar salir a Ricky. Pero se dio cuenta de que sus quilates de tiro podían dejar a sus compañeros con opciones claras de tiro y tiempo para armar el brazo-cogiera el impulso. Así le quitó la pelota y la manija, una de las más para llamar a sus compañeros en un corrillo. Insuficiente, sin embargo, para derrotar al Mónaco, que también se encontró con James, un jugador que anotó puntos con impresionante facilidad y que evadió el desafío de los monegascos (51-60).
Quería que el Barça dijera la palabra desde la periferia, golpe va y golpe viene -4 de 27 en triples durante el partido, expulsando el 0 de 7 de Kalinic-, del mismo modo que antes se pronunciaba buscando el balón, sin responder ante la electricidad. rival defensivo. El oro fue minúsculo para los azulgrana y no así para el Mónaco, que tras la versión derribada de James (17 puntos) se decidió por Strazel, Hall, Motiejunas y Blossomgame, todos con cifras dobles. Y eso le bastó al Mónaco, un equipo tan completo como resultado, para poder descifrar el Palau y llevarse el triunfo, también para admirar el exterior de Ricky Rubio como azulgrana. “Quiero venir a ayudar y nos cuidaremos. No es de extrañar. Ahora el entrenador no me puede hacer jugar muchos minutos, necesito tiempo de sobra y el cuerpo no es tan joven”, intentó Rubio.
En cambio, el Fenerbahçe puede hacerlo con el Baskonia gracias el pique final, el último cuarto sensacional durante los 33 puntos. Demasiado salva al equipo de Obradovic (111-96).
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